“ESCENA TAURINA” A LA SALIDA DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE ARGELES-SUR-MER. 1939
José Gausachs fue un artista español, discípulo de grandes maestros como Isidre Nonell y Félix Mestres Borrel. Vivió y tuvo una producción pictórica importante en París de 1914 a 1919. Sus amigos de París le llamaban “El Caballero de Montparnasse”. Recibió influencia de los impresionistas Bonnet, Cezanne, Renoir, Gauguin y Van Gogh. Compañero y amigo de muchos artistas de la vanguardia como Picasso, Modigliani, Marquet, Gargallo, Utrillo, Juan Gris, De Chirico, Fujita, Bracque y Marc Chagall.
Apreciado por intelectuales de su época como Tristan Tzara quien le brindó gran apoyo durante el exilio, elogiado por escritores como Ernest Hemingway que incluso adquirió una de sus obras y poetas como Carles Ribas, quien le dedicó un poema al notable pintor. Durante su estancia en la Ciudad Luz se relacionó con los surrealistas André Masson y André Bretón.
La carrera de Gausachs, fue interrumpida por la guerra civil española. Y cuando los avatares del conflicto fratricida le obligan a abandonar la patria, convaleciente aún de las heridas recibidas en un bombardeo aéreo, marcha a Francia en compañía de su hijo Francisco y allí fueron internados ambos en el campo de concentración de Argeles-sur-Mer, un campo de internamiento construido por el gobierno de Francia en una playa de la localidad de Argelès-sur-Mer, en la costa mediterránea del país, para albergar a parte de los refugiados que traspasaron la frontera, huyendo de España tras el fin de la Guerra Civil Española, en 1939. Se calcula que unas 100.000 personas fueron recluidas en este recinto.
Malos tiempos aquellos, paliados sólo por algún regalo conmovedor, como el envío hecho por el famoso pintor Albert Marquet de una carta emotiva acompañada de una gran canasta de naranjas y limones; o el de una paleta y una caja de pintura obsequiadas por el no menos célebre crítico de arte Tristán Tzara, que le sirvieron para hacer más soportable aquel encierro. Paleta y caja que, como una reliquia, todavía conserva su familia.
Las condiciones de vida de los refugiados en este campo fueron inhumanas. Fueron construidos barracones de madera y de lona por los propios reclusos, así como improvisadas cocinas y letrinas excavadas en la arena. La ayuda de organizaciones como Cruz Roja y los suministros humanitarios fueron insuficientes para tal cantidad de gente, y muchos perecieron víctima del hambre, la humedad, el frío y enfermedades como la disentería y la sarna. La alimentación era muy escasa; algunos días llegaban camiones con pan y sacos de legumbre que tenían que cocinar con agua salada. Con la llegada del invierno los más débiles fueron los primeros en caer, además de muchos otros que murieron de tifus.
En marzo de 1939, el fotógrafo Robert Capa visitó el enorme campo de la playa de Argelès, donde se encontraban en ese momento encerrados más de 80.000 republicanos españoles. La descripción que hizo del mismo fue:”…un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena”.
Gracias a las gestiones realizadas por varios pintores franceses a través de una organización inglesa, fueron sacados padre e hijo del campo de concentración y llevados en 1939 a un hotel de Narbonne que servía de refugio a varios intelectuales españoles.
La figura de José Gausachs posee un gran atractivo y su recuerdo ha llegado hasta nosotros plasmado en excelentes obras. Escena taurina, por ejemplo –una obra que proviene de la caja de pintura obsequiada por Tristán Tzara– es un testimonio que define su recia personalidad. Desde allí decidió trasladarse a la República Dominicana, adonde llegó con su hijo Francisco el 11 de enero de 1940.