José Gausachs y los herederos de Els Quatre Gats.

Cuando José Gausachs llega a República Dominicana el 11 de enero de 1940, lo hace forzado por el destino en medio de un mundo lleno de incertidumbre. Ya la Primera Guerra Mundial lo había hecho regresar de París –la capital mundial del arte para ese tiempo – a Barcelona, su ciudad natal.

Como un verdadero maestro, tenía un camino recorrido desde el puntillismo al surrealismo, sin haberse dejado atrapar por los ismos, como su maestro Nonell –un abanderado de la libertad espiritual– cree en sí mismo y sabe que esta primera jugada de la vida fue coyuntural. En cambio, lo que no sabía que en esta segunda ocasión, su partida a América lo era hasta el último de sus días.

A un heredero directo de los grandes maestros del grupo de Els Quatre Gats, ningún temor ha de causarle lanzarse a una nueva aventura. Y pareciera que ahí radica la clave de todo, como se dice en el argot popular… “los gatos siempre caen de pie”. A su llegada a Puerto Plata en el vapor “Cuba”, posiblemente José Gausachs sintiera –guardada la distancia– la misma sensación que nuestros descubridores. Por demás, sólo le acompañaban 50 pesos [1] como todo su capital y su hijo Francisco. Aquí se encontraba salvo y una manera de sobrevivir a la guerra alejado de Europa.

El artista que en España en la década de los ´30, su actividad expositora era lo suficientemente importante; la prensa y la crítica le asignaban un lugar destacado y era considerado uno de los más representativos ejemplos de la escuela catalana de pintura durante la primera mitad del siglo XX, difícilmente viene a un país desprestigiado internacionalmente por la matanza de los haitianos “supuestamente” ordenada por Trujillo en 1937; con la intención de quedarse para toda la vida.

Pero vaya jugada del destino. Los ojos del creador quedaron maravillados con el exotismo de la isla que le acogía, después de haber estado en los campos de concentración de Francia. Tiene ante su mirada un país repleto de luz, de magia tropical y de gente cordial (…) “que tienen por lenguaje el lenguaje del espíritu” [2] que le inducen de inmediato a contemplar con amor al hombre y al paisaje dominicano. Y es gracias a la cordialidad y hospitalidad de los dominicanos, que Gausachs puede afrontar y superar los tiempos duros que le esperaban una vez instalado en una humilde pensión en el barrio de La Atarazana del Centro Histórico de Santo Domingo, o Ciudad Trujillo de entonces.

Se cuenta, que para obtener su sustento, cambió la pintura de caballete por la de “brocha gorda”, y sobrevivía pintando paredes, puertas y ventanas, hasta que el día en que cambia su suerte, cuando José Reverter, dueño de una tienda de sombreros para señoras, le encargó decorar la vitrina y la totalidad de su negocio. Ya el catalán tiene un nuevo oficio, que le pone un pie en el teatro. En el programa de “La Prudencia”, figura el nombre de José Gausachs en el reparto de la obra, como el encargado de los decorados [3].

A un sobreviviente de tres guerras, solo le queda luchar hasta vencer. En 1941, Gausachs había dado muestra de su talento. Armando Oscar Pacheco, Telésforo Calderón, Rafael Díaz Niese y el coleccionista suizo Frank Gastón Naescher son las personas claves que, al conocer de la identidad del artista catalán en Santo Domingo, le tienden la mano y lo devuelven al oficio de pintor de caballete. Naescher quien se apasiona con el “pintor de negritas” le visita con André Bretón y Pierre Loeb –un importante galerista francés– que se encontraba de paso por Santo Domingo. Bretón, admirado ante las obras de Gausachs en la colección Naescher, realiza un intercambio de un dibujo de Picasso por dos dibujos de Gausachs [4].

Sin duda, la República Dominicana, con la llegada de José Gausachs, contaba con un pintor de primera línea, al que Rafael Díaz Niese, director general de Bellas Artes –que había descubierto un año antes– le ofrece plaza de profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes fundada en 1942, dirigida entonces por el escultor Vasco Manolo Pascual. Y sigue el destino marcando el camino en este formidable maestro. Pues, José Gausachs a la apertura de la recién estrenada escuela, encuentra tierra fértil para que arranque el esperanzado movimiento pictórico de la República Dominicana que llega hasta nuestros días, y su aportación dio como resultado la formación de artistas evolucionados como: Clara Ledesma, Gilberto Hernández Ortega, Paul Giudicelli, Eligio Pichardo, Domingo Liz, Ada Balcácer, Guillo Pérez, Antonio Toribio y Gaspar Mario Cruz. A estos se fueron sumando, José Rincón Mora, Leopoldo Pérez, Fernando Peña Defilló, Oscar de la Renta, Cándido Bidó, Elsa Núñez e Iván Tovar, entre otros, y los convierte también en herederos directos de Els Quatre Gats.

Días antes, a la inauguración de la Escuela Nacional de Bellas Artes, José Gausachs, participa en la muestra Modern Spanish Painters, junto a Eugenio Fernández Granell y José Vela Zanetti. El país no contaba con salas de galerías de arte privadas para realizar exposiciones comerciales, sin embargo, –aunque hemos analizado en otras oportunidades– los artistas tenían un modus vivendi, mediante el cual exponían y vendían sus obras. Una prueba más, es que, esta muestra fue organizada en la residencia de Simon Thomas Stocker, encargado de la Legación de los Estados Unidos de América en República Dominicana, situada en la Av. Independencia 113, ciudad de Santo Domingo [5].

Gausachs, el pintor catalán, discípulo de Nonell, que se formó académicamente en la Escuela de Baixas y en la de La Llotja, que había tenido por maestros a J. Baixas y Félix Mestres; el mismo que en París había estado en convivencia directa con los más conocidos artistas de entonces: Modigliani, Gagallo, Utrillo, Juan Gris, de Chirico, Foujita, Picasso, Marquet, Braque, Marc Chagall y Dalí; de la noche a la mañana pasa a ser el centro de atención de los artistas dominicanos ávidos de conocimiento. Él será su maestro en todo. Tal y como expresara Clara Ledesma (…) “le debemos mucho al profesor Gausachs. En cuanto a mí puedo decir que si hay algún mérito en mi pintura, a él se lo debo. Fue mi maestro –y con esto creo que lo digo todo– por que la palabra maestro encierra muchas cosas: compartir la labor, el entusiasmo, las alegrías, los desalientos, las penas, los éxitos y los fracasos.

En suma, comprensión y confianza entre dos espíritus. Me enorgullece saber que el maestro Gausachs tuviera confianza en mí.” [6] Pero, José Gausachs no sólo tuvo confianza en sus discípulos, los influenció en muchos aspectos de sus vidas. Solo basta con ver los manuscritos de algunos de ellos y compararlos con los del maestro. Las recetas de cocina, la pasión por la música, como dice Ada Balcácer, (…) ”Esa noche invité a Clara y, de sobremesa, nos pusimos a escuchar flamenco, género que apasionaba profundamente no solo a Clara sino también a Oscar de la Renta, a “Papo” Peña y Ada Balcácer un legado musical de nuestros profesores de origen español Joseph Gausachs y Manolo Pascual” [7].

También les enseño a ser auténticos, sinceros y desinteresados. Los hizo sus iguales. Formó junto con Jaime Colson, Gilberto Hernández Ortega y Clara Ledesma, el Grupo Los 4. Los hizo parte de sus aventuras, les hizo ver la dominicanidad en el arte. (…) “fui su discípulo durante diecisiete años…, de Gausachs aprendimos que el trópico no es sólo ranchos y árboles calcinados por el sol, él nos enseñó el camino a un trópico más hondo, mágico y misterioso, nuestra verdadera entraña”, decía Gilberto Hernández Ortega, días después de la muerte del pintor catalán [8].

Gausachs, fue el maestro que les enseñó el color, el concepto del arte pictórico, el uso de la línea y la forma, el manejo de la luz, el punto sustancial alrededor del cual gira el arte y la pintura; sobre todo le enseñó a pintar lo permanente (…) “ahora estamos frente a lo fugaz y viviendo al día, sin pensar en ayer, o en el mañana, o sea en lo permanente. Y por lo mismo, la pintura es forzosamente subjetiva y espontánea. De ahí que todos los jóvenes se consideran autodidactas. Pero aparte de esto, ¿Cuánto durará?”, [9] deja como testimonio el propio José Gausachs en un apunte manuscrito. Terminada la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial, Gausachs sale de Ciudad Trujillo y llega a Venezuela el 10 de enero de 1945, donde pasa casi un año, pues regresa al país el 28 de diciembre tres días antes de vencer su permiso de reentrada a República Dominicana, es decir el 31 de diciembre de 1945.[10]

Durante su estadía en Caracas –donde residió durante ese tiempo– viaja por toda Venezuela y prepara una exposición en el Museo de Bellas Artes de Los Caobos, una serie de trabajos inspirados en Tatiana Stepanova, primera Bailarina del “Original Ballet Russe”. A su regreso fue nombrado Subdirector de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Era un trabajador incansable y con extremado celo guardaba sus trabajos. Le gustaba lo anecdótico, lo fantasmagórico, lo mitológico, lo teosófico y lo folclórico. El paisaje y, sobre todo, lo criollo le seducían.

Pintaba y dibujaba con desenfreno, muchas veces lo hacía para enseñar a sus alumnos que no era preciso gastar en materiales costosos para hacer buen arte, y con simples trazos en carbón, acuarela y gouache, nos dejó en sus dibujos, la obra de un artista exigente, dibujos estos, que forman parte del rostro, la vida y el alma de ese gran pintor que cambió toda una vida de éxitos en su país de origen por amor a la tierra dominicana.

En el año 1951 –el 14 de septiembre– participa en la primera exposición colectiva conformada por Paul Giudicelli, Noemí Mella, Elsa Divanna, Luichi Martínez Richiez, Nidia Serra, Jorge Octavio Morel Tavarez (Yoryi), Clara Ledesma y José Gausachs, con motivo de la inauguración de la primera galería de arte privada de la República Dominicana el Centro de Arte Ledesma Studio [11], y, en la I Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte, organizada por el Instituto de Cultura Hispánica –llevada a cabo simultáneamente en el Museo de Arte Moderno, el Museo Arqueológico, el Palacio de Cristal y de Exposiciones del Retiro, en Madrid (octubre 1951-febrero 1952)– con las obras Muchacha de perfil y Muchacha tocada con flores (Gouaches) [12].

Otro hecho relevante en este mismo año, es que Gausachs el día 4 de diciembre obtiene una licencia de cinco días, para viajar a Cabo Haitiano, República de Haití [13]. Él sale de Republica Dominicana en fecha 16 y regresa al otro día 17 diciembre 1951 [14]. ¿Expuso José Gausachs en Haití? ¿O acaso fue a reunirse con algún otro pintor en el exilio? Él mantenía contacto por cartas con sus amigos, Fernando –Papo– Peña Defilló cuando partió a España en ese mismo año, le llevó y personalmente le entregó una correspondencia a Ángel Ferrant, un escultor español, de los más importantes de la vanguardia, iniciador de la escultura cinética y surrealista española [15].  

Nunca jamás regresó a su tierra. Al igual que Domenicos Theotocopoulos (El Greco – El pintor de Dios) que siendo griego dio su arte a España, José Gausachs dio su arte a República Dominicana, sólo pintó y fue Gausachs…, y, lo hizo sin cosas prestadas. Pintando la dominicanidad, en una tierra luminosa y a la vez en un mundo nuevo que le dio razón de existir.

Él nos dejó sus colores y una nueva luz. La misma luz que en él cayó, una vez pisó tierra dominicana y que solo se apagó el día en que partió sin regreso hacia la eternidad, el 27 de julio de 1959.   Sin embargo, le recordaremos por siempre (…) “como el profesor Gausachs, que ha sido el mejor de los pintores que nos ha visitado, y con él queda iniciada la historia de nuestra pintura moderna. Debemos a él toda nuestra nueva generación de artistas, artistas que tuvimos la honra de formarnos al calor de sus manos. A él agradezco y debo los primeros y esenciales conocimiento de mi arte” Paul Giudicelli.

Notas:
[1] UGARTE, María. “José Gausachs de la pintura a la cocina”. Periódico El Caribe, 4 de julio 1998.
[2] VALLDEPERES, Manuel. “La obra dominicana de José Gausachs”. 2 junio 1963. Obra crítica en el periódico El Caribe. Vol. I Artes Plásticas 1962-1966. Pág.95
[3] Teatro “Angelita”, San Cristóbal, Ciudad Benemérita. Programa de la obra “La Prudencia”. 28 agosto 1941, Imp. Moya 1717.
[4] GÓMEZ Jorge, Paula. Museo Bellapart. “Gausachs. Memoria de dos mares”. Catálogo exposición retrospectiva, julio 2005. pág. 42.
[5] Ejemplar de invitación (original). “Private Exhibit of MODERN SPANISH PAINTERS, at the residence of Simon Thomas Stocker. Legation of the Unites States of America. July 31, 1942. Avenida Independencia 113”.
[6] CURIEL, Carlos. “Homenaje póstumo a un gran artista”. Periódico El Caribe, 2 de agosto 1959, pág. 15
[7] MESA, Juan José. “La malagueña” de Clara Ledesma. La obra invitada | Obras fuera de serie. Portal www.mesafineart.com, sábado 15 de octubre 2011.
[8] CURIEL, Carlos. “Homenaje póstumo a un gran artista”. Periódico El Caribe, 2 de agosto 1959, pág. 15.
[9] GAUSACHS ARMENGOL, José. “Aparición de la línea y la forma” Manuscrito, para la enseñanza de sus alumnos Escuela Nacional de Bellas Artes, 1942 circa.
[10] Secretaría de Estado de Interior y Policía. Fotocopia de Permiso de Reentrada a la República Dominicana. De fecha 29 de diciembre 1944.
[11] Periódico La Nación. Reseña 15 septiembre 1951, pág. 8.
[12] Instituto de Cultura Hispánica. I Exposición Bienal Hispanoamericana de Arte. Sección Pintura. Fotocopia de Ficha del expositor.
[13] Secretaría de Estado de educación y Bellas Artes. Fotocopia Oficio DBA 01095 Licencia cinco días, firmado por Aris Azar, Sub-secretario de Estado de Educación. 4 de diciembre 1951.
[14] GAUSACHS ARMENGOL, José. Fotocopia de pasaporte español. Salida y entrada a la República Dominicana, 16 y 17 de diciembre 1951, respectivamente.
[15] PEÑA DEFILLÓ, Fernando. Conversación telefónica con el autor. 31-12-2011.
 

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